by Norma Mogrovejo
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El insilio es el encierro o destierro psicológico y social dentro de una misma, creado por el orden político, económico y heterosexual, porque cierra las puertas y cercena las libertades individuales de ciudadanxs. Si bien a muchas lesbianas, la discreción, el silencio y la invisibilidad las ha salvado de muchas formas de persecución y castigo, esa mudez impuesta o autoimpuesta, ha surtido el efecto de la cárcel del silencio. El “silencio de lo privado”, permanece como un régimen que, por su intimidad, necesita no ser publicitado. La discriminación y la exclusión vivida en los espacios cotidianos tiene como propósito aniquilar los mundos que hacen posibles las existencias de los disidentes sexuales; una estrategia de poder que, por medio de la anulación del derecho a habitar un lugar (desterritorialización), funciona como desaparición forzada. En un contexto latinoamericano de violencia estructural heteropatriarcal y conflictos armados, el modelo de mujer dócil y obediente renueva sus versiones bajo amenaza de feminicidios, trata y desapariciones. En estas tramas, ser lesbiana es una prohibición no expresa, pero incitada tácitamente. Muchas lesbianas a pesar de los derechos ofertados por el mercado rosa neoliberal urbano, solo tienen el Silencio como sobrevivencia o la Estrategia de Discreción, una fórmula que nos desaparece y que el Estado Nación colonial heteropatriarcal procura. El borramiento de las mujeres y las lesbianas, son parte de las políticas de silenciamiento y desaparición forzada. Sin embargo, las lesbianas también resisten y encuentran en las palabras y la articulación de discursos testimoniales, reflexivos y creativos, constancia de su presencia para que la existencia lesbiana sea parte de una genealogia en quienes reconocernos y articular historia desde la experiencia situada.
Westphalia Press 